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Jos Carpio

Polivalente

Hay una mujer en mi calle que no es mi calle, pero es en la que vivo. Una mujer que parece haberse perdido en el pasado, en su mente, en una época donde ahora ya no va. Es rubia, despeinada, de pelos amarillos. Sus mejillas de un rosa intenso. Sus párpados guiñan en azul y sus labios carmines parecen atrevidos. Es una mujer que vive en mis ancestros, esos que araron tierras que yo nunca toqué pero que seguro me hicieron y me llamaron desde el otro lado del mundo. Por eso estoy aquí. Tal vez muy lejos de mi casa, cuando mis raíces se hayan cortado debido al descaro y la distancia, descubra que en realidad no soy de ningún lado, únicamente de este entonces, de este lugar en el que por primera vez no busco amparo. Soy de lejos lo que nunca hago. Lo que espero de otros, el ambiente loco y ensimismado. La letanía del inmenso y la coraza. En mi ciudad, conocí lugares, bares, centros. Siempre con otro alguien, con otro algo. Ahora, estando fuera, once horas lejos, soy yo quien da el primer paso. Esta ciudad la conozco por mi cuenta; trato, trato, treta, trato. Quien se una, que sepa, que esta vez el camino lo hago yo sola andando. No sujeto manos, no beso labios que no saliben por mí primero. Hubo y hay tierras que a una abrigan, pero estas me liberan y me llenan de intriga y me vuelven callejera y me incitan osadía.

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