Qué jodidos estamos, ¿no? Nos perdemos en un páramo que ya nos resulta familiar; y entre las gramíneas al anochecer, susurramos intempestivamente las balas que quedaron pendientes hace un mes, o dos, o tres, o quizá las que cargamos desde el verdadero comienzo.
Antes, cuando pensaba en este tipo de relaciones, creía que eran estúpidas, carentes de sentido. Ahora creo que son tristes, lastimeras en cualquiera de sus formas. Es como estar atrapados en un limbo: donde es nada, pero al mismo tiempo lo es todo. Y estamos malditos a dar el paso contrario del otro, porque cuando es todo para ti, en mis ojos pierde consistencia, y cuando le encuentro la razón de ser, de pronto decidiste que es poco lo que vale para lo que pesa.
Así que sí, estamos en un páramo de rosetas resentidas, arbustos coludidos, recuerdos que nos pican los talones, y charcos que reflejan los "hubiera" que bebemos para no escapar. Porque los límites solo existían cuando requerían de compromiso; para todo lo demás, revoloteamos dentro de una burbuja implacable que nos pertenece solo a los dos. Al menos eso nos queda.
Y verás que este umbral tiene su encanto, porque no quedan puertas por azotar. Ni adioses ni bienvenidas, solo verdades que agitamos cuando queremos hablar de un nosotros que no tiene cabida en ninguna conversación. Recontamos el futuro rememorando nuestro pasado; los dilemas y las indecisiones mantienen nuestro presente intacto. El páramo tan solo es una realidad alternativa, un lienzo que sirve de borrador para no afectar la real versión de nuestras vidas.
Somos un boceto de lo que quisimos ser, sin dejar de ser lo que hemos sido todo este tiempo: dos zoquetes que creen tener la razón.
Nunca hemos sido conformistas, ¡pero vaya que nos conformamos con esto! Y es que al menos una palabra al día, ya sea tuya o mía, es mejor que nada, ¿cierto? ¡Qué trágico! ¡Y qué desdicha! Convertimos los "te amo" en "te quiero" para no meternos de lleno. Las declaraciones en realidad tienen tintes de catarsis.
Aún en este páramo inventado, la realidad nos encuentra, y nos sobrecoge con una sensación claustrofóbica que nos acelera el pulso y nos quita el aliento. Y entonces empieza otra vez, el intercambio de dardos rosa. Lo mismo de cada mes, y de uno, y de dos, y de tres, y de todos los que quedan por delante. Nos sentenciamos el uno al otro, pecando por la misma falta de compromiso. De pronto no nos falta el aire; nos falta voluntad. Las risas terminan en silencios de aflicción con miradas esquivas.
En medio del cielo, se encuentra una cuenta regresiva, porque evadimos el tema, pero incluso estas realidades alternas tienen fecha de caducidad. Somos mucho para ser amigos, somos poco para ser amantes. ¿No nos gustaban las etiquetas? ¡Perfecto! Porque ahora no hay alguna que nos quepa. Somos un trabajo sin contrato, un juramento de palabras, una llamada que no sabemos cuándo ni cómo colgar. Somos nada y somos todo. Somos aire que golpea muy fuerte como para hablar, pero que acaricia, y más allá de eso...sirve para respirar.
Estamos condenados a deambular por este túnel con un vitral de por medio. Me ves, yo también te veo. De cierta forma, aunque sea solo por un espejo, nos da la sensación de avanzar de la mano. Pronto se sumarán nuevas siluetas a nuestros reflejos; y entonces el páramo tendrá que cerrar. Le prenderemos fuego a los pastizales, arrancaremos las gramíneas y nos tomaremos los charcos de un solo golpe, profiriendo declaraciones en forma de manotazos de ahogado. ¿Pero estamos ahogándonos, o solo flotamos en este mar porque nadar hacia la orilla requiere de mucho esfuerzo? Siendo seres de energía, el desgaste es parte del proceso, pero ese es otro tema. Ahora, hablando de páramos y espejismos, ¿qué nos queda?
Preferimos el mal trago de un amor que no pudo ser, a ver el fracaso de un amor que intentamos sujetar con ambas manos y aun así, se nos escapó. ¿Le dirías "autosabotaje"? Quizás es que ni te aguanto, ni me aguantas. Si son límites o anticuerpos, si es falta de respeto o exceso de amor propio, si es "¿sí, seguro?" o "no, ¿para qué?"...¿realmente importa? Estamos de pie con la mirada fija en el otro y el viento agitándonos los vestidos, mientras jugamos una partida de ajedrez que siempre dejamos a medias.
Existimos de mentira, porque de verdad no sabemos existir.
Mira, es más complejo de lo que parece.
Es como si en medio de este espacio abierto, buscara una llave que me permita salir, como si no pudiese comprar una excusa más tonta para quedarme. Pero entonces, cuando la ansiedad es tan fuerte que me hace querer escapar, me despellejo los dedos arañando la tierra. Y ahí, con la sangre manchándome la cara y los brazos, llueve...y esa lluvia me retiene: pinta la nada de color todo.
Y entonces existo, en el páramo, junto a ti.
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